Juan Carlos Isaza, productor de  documentales de naturaleza y socio de EGEDA, sabe que no solo en el mar y en la selva están las dificultades, y que para franquearlas es necesario asociarse, asumir otros retos. Su artículo nos acerca a un periplo lleno de propósitos, complicidades, escollos y apoyos encontrados a lo largo de su comprometida carrera.

Después de haber comenzado en el mundo de la publicidad y la realización de comerciales, lo que me llevó a decidirme por la producción de documentales fue que la realidad que vivía en el día a día no se parecía en nada a la de la televisión. Sabía que lo que hacía era por amor al arte, no por amor al dinero, aunque con el tiempo se logre o lo uno o lo otro, pero no los dos. Esto hace ya 25 años, y la aventura ha sido maravillosa. 

La aventura comenzó con un viaje alrededor de América Latina que se llamó “La Expedición Natibo-Visa”. Una expedición que partió desde Puerto López, en el departamento del Meta, Colombia, y recorrió el continente por ríos hasta la ciudad de Buenos Aires en Argentina; y después por mar, desde la Isla Carlos III, al Sur de Chile, siguiendo la ruta migratoria de las ballenas Yubartas, hasta la Isla de Gorgona, en el Pacifico Colombiano. Un viaje que nos tomaría 7 meses, pero que marcó para siempre mi vida y la de Natibo, una productora audiovisual, constituida como fundación y de la cual hoy soy el director. 

El resultado de este viaje quedó plasmado en una serie documental de 13 capítulos que para entonces se convirtió en la primera serie documental Colombiana en ser transmitida por National Geographic Latam, y en 5 cortometrajes para salas de cine, también exhibidos por Señal Colombia,  así como un libro de fotografías titulado “Suramérica, un continente de Agua”.

Suramérica, un continente de Agua (2004)

Desde el comienzo el reto era cómo, desde la comunicación, hablar de sostenibilidad. Entendiendo la sostenibilidad como un ejercicio donde el desarrollo económico, social, ambiental y espiritual se equilibran, sin priorizarse, para lograr un desarrollo sostenible en el tiempo. Sencillo. 

Para entonces era difícil -y sigue siendo- entender por qué Colombia, uno de los países más diversos del mundo, prioriza un modelo de desarrollo económico que atenta contra el desarrollo social, espiritual y natural, poniendo en riesgo su propia sostenibilidad. Y aún más increíble, que los colombianos no lo viéramos. Y entendimos que no es que no nos importe, es que no lo vemos. El modelo económico está construido para que no lo veamos, y para ello tiene como grandes aliados a los medios de comunicación, en especial la televisión. 

Esta idea de desarrollo desequilibrado nos llevó a buscar historias con las que pudiéramos enamorar al público del componente ambiental. Historias contadas desde los territorios, donde el conflicto hombre-naturaleza estuviera más presente. Pero luchar contra lo establecido no es fácil y lograr la financiación se convirtió en todo un reto. 

Al comienzo optamos por trabajar con ONGs del sector ambiental en un modelo asociativo y el ejercicio fué maravilloso. El modelo funcionaba así: Ellos financiaban los viajes y la postproducción, nosotros poníamos los equipos, los guiones y nos encargamos de la post producción y al final el material quedaba con derechos compartidos. Esto nos permitió conocer grandes historias y maravillosos personajes pero era poco rentable, y seguíamos con el mismo problema: la gente no veía las historias. Estos videos, en su mayoría, estaban pensados para los donantes, y no para el público en general.  Fue así como llegamos a la televisión pública. 

La primera coproducción con Señal Colombia fue “Instinto de Conservación” en 2013. Una serie de 13 capítulos de 24 minutos, protagonizada por Maria Cecilia Sánchez, y Nikolas Rincón, que contaba historias que suceden dentro y alrededor de los parques Naturales Nacionales de Colombia. Como experiencia, fue maravillosa; pero el resultado en audiencia dejó mucho que desear y casi nos quebramos en el intento. Para entonces Claudia Rodríguez estaba a cargo del departamento de distribución internacional en Señal Colombia y logró venderla a un distribuidor de NGO Latam. 

Pero buscar formas de innovar no ha sido la constante. Años después, Señal Colombia lanzó el Mercado de Coproducción, un modelo que mal que bien recogía los principios asociativos que veníamos utilizando. Sin embargo, a diferencia del modelo utilizado con las ONGs, Señal participa como socio a perpetuidad, se queda con los derechos de emisión en el canal, sin límite de emisiones, y no  reconoce derechos de emisión al coproductor;  pero cuando es el coproductór quien realiza la venta, Señal sí reclama su porcentaje de participación. Co-produjimos dos temporadas de 8 capítulos de “Héroes al Rescate Animal”. 

En “Héroes…” el reto era hacer un seguimiento, de al menos ocho meses, para ver la evolución de los personajes, para entender las dificultades y la capacidad de resolver los retos a los que se enfrentan estos proyectos. Muchas salidas, mucho tiempo y poco presupuesto. Lo que nos llevó a recurrir nuevamente, para la segunda temporada, a los principios de la producción asociativa. Optamos por trabajar con casas productoras que vivieran cerca a los proyectos, y que tuvieran algún tipo de afinidad con las historias. A cambio de pagarles la tarifa completa, acordamos que se quedarían con los derechos del material de los animales;  ellos lo licenciaron sin ningún tipo de restricción para la serie. 

Como comenté anteriormente, Natibo está constituida como Fundación sin ánimo de lucro, y su misión es buscar estrategias para promover el desarrollo sostenible desde la comunicación. Hace unos años nos invitaron a producir “El Buen Vivir”, una serie para la CONCIP (Comisión Nacional de Comunicación de los Pueblos Indígenas). Era una serie de televisión que enfrentaba varios retos, entre los que estaban los derechos colectivos.  Nuevamente, los principios de los derechos asociativos fueron los que permitieron unir estas dos visiones. 

El mundo ha cambiado inmensamente desde que comenzamos con Natibo; aparte de lo expuesto, es importante agregar que lo aprendido en materia de derechos de autor ha sido fundamental para seguir en este oficio. Algunos ejemplos de cambio positivo son las sociedades de gestión colectiva, que promueven y hacen valer los derechos constitucionales, que son instrumentos que aparecen hoy en el ecosistema audiovisual y que están al servicio de quienes creemos en el poder del documental para construir un mejor mundo para todos. 

Uno de esos ejemplos es EGEDA Colombia, la sociedad de gestión de derechos de los Productores Audiovisuales. Entidad que a nivel mundial tiene la misión de  gestionar los derechos de emisión en mercados nacionales e internacionales; una labor de mucha complejidad que sobrepasa el alcance del productor así como del distribuidor. Como entidad de gestión colectiva, Egeda está encargada de recaudar los dineros correspondientes por difusión en las diversas ventanas, ya sean salas de cine, televisiones abiertas o por cable, pataformas, medios de transporte, bares, hoteles, etc., para distribuirlos entre los productores audiovisuales, dueños de los derechos patrimoniales de las obras que han sido utilizadas. Es importante entender cómo funcionan y cómo asociarse a las entidades de gestión, porque son herramientas concebidas para fortalecer el sector audiovisual.

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