Bogotá, 26/III/2025

Querido colega Hamdan:

Tras enterarnos del arresto al que lo sometieron las fuerzas de seguridad israelíes el 24 de marzo pasado nos preguntamos cuál es el límite de la realidad en No Other Land; en qué momento un director se convierte en protagonista de la historia que filma, algo que no es del todo extraño para un documentalista, aunque siempre será extraña y desconcertante la violencia que amenaza al ser humano.

La respuesta la encontramos en los boletines de las agencias de prensa que alertaron al mundo entero de la agresión que sufrió a manos de los colonos israelíes que lo golpearon al frente de su casa, ante su esposa y sus hijos, en otro de los miles de incidentes que descubren cómo el Estado israelí quiere expulsar de su tierra a los palestinos.

¿Es acaso este el precio por denunciar el maltrato que padecen los habitantes de Masafer Yatta, donde se filmó No Other Land? ¿Por revelar de qué manera las fronteras son invenciones trazadas por el poder a través de la historia, vencidas por la relación que en su documental nos muestra la dignidad que decide a un periodista israelí, Yuval Abraham, a registrar la historia de la comunidad que vive en Masafer Yatta, y la amistad que construye con Basel Adra, un chico palestino armado exclusivamente con su cámara para denunciar la destrucción que la policía y el Ejército israelí hace de los hogares en la zona argumentando que es necesaria para un campo de entrenamiento militar, en realidad una forma de presionar y desplazar a los habitantes de Cisjordania?

Supimos que mientras estuvo preso los soldados lo condenaron a la oscuridad con una venda que tapó sus ojos. La crueldad nos permite suponer una metáfora: la visión como un sentido esencial del cine, a pesar de la tortura a la que fue sometido sin permitirle ver en dónde estaba durante varias horas, seguirá brillando en la pantalla donde se proyecte No Other Land, un documental urgente para recordarnos la crisis que se vive en los territorios palestinos.

Felizmente –aunque la palabra resulte irónica en esta carta donde recordamos los hechos por los que fue golpeado y encarcelado–, tuvo la suerte de ser liberado al día siguiente de su detención y de ir a un hospital para atender las heridas que le causó el asalto de los colonos.

Esperamos que tanto usted como Basel Adra, Yuval Abraham, Rachel Szor y tantos otros que atestiguan la tragedia del racismo, no dejen de filmar para que el mundo tenga más y mejores argumentos con los que pueda juzgar la situación en Cisjordania,

Desde Colombia, con nuestra solidaridad y un abrazo a través del mar,
Diego García Moreno, Camila Trejos, Laura Gómez, Vanessa Vivas, Hugo Chaparro Valderrama

Comité Editorial – La pesadilla de Nanook
https://lapesadilladenanook.org/
Revista virtual de la Corporación Colombiana de Documentalistas (ALADOS)