¿A quién contar las atrocidades de la guerra vividas en carne propia? ¿Aún quedan escuchas para estos relatos? Edna, sobreviviente de una guerra interminable, se refugia en sus pensamientos y en lo que escribe en sus cuadernos, sentada en su rancho junto a la autopista Transbrasiliana. Sintiendo que no tiene a quién contar todo lo que ha visto, todo lo que ha escuchado y todo lo que ha vivido, muchas veces sueña con marcharse de allí a un lugar que no sabe cuál es, ni dónde queda.

         Pero Edna sigue ahí, en el sudeste del Estado de Pará, compartiendo cicatrices con una región devastada que ha sufrido una larga historia de deforestación selvática, el asesinato de campesinos, el despojo de tierras y el abandono y la represión por parte de dictaduras y gobiernos democráticos. Allí mismo, a finales de los sesenta, se conformó la Guerrilla de Araguaia que hizo frente al gobierno militar y se posicionó en la región. En sus tropas combatía la mítica guerrillera Dinalva Oliveira Teixeira, “Dina”, que en 1974 fue torturada y asesinada por las fuerzas militares. Jamás se encontró su cuerpo.

         En 1976, ya exterminada la Guerrilla de Araguaia, ante la persistencia de abusos por parte del Estado y el arrebato de tierras, se desató la Revuelta de los Perdidos, compuesta por civiles del campesinado que defendían su permanencia en el territorio. En esa insurrección, Edna fue una lideresa prominente. Miembros del ejército, temiendo la reactivación de la guerrilla, acallaron el movimiento, deteniendo forzosamente, torturando y desapareciendo a decenas de protestantes. Edna, llamada en ese momento Dina -tal vez porque creyeron que era la antigua guerrillera o sabiéndola su reencarnación- fue detenida varios meses, torturada, violada y liberada bajo amenazas cuando tenía cuatro meses de embarazo: “Váyase para su casa y, si llega a decir algo, la buscaremos”. Edna calló esta experiencia durante varias décadas.

         Erik Rocha (1) conoció a Edna en el 2015, mientras realizaba el componente audiovisual de la obra de teatro Guerrilheiras ou para a terra não há desaparecidos (2) y quedó tan impresionado con el relato y la presencia de esta mujer que decidió embarcarse en un proyecto documental (3). Con un equipo de trabajo simplificado de cinco personas, pero con un rodaje inmersivo y constante, acompañó la cotidianidad de esta mujer, profundizando en su entorno, en la historia que lleva a cuestas y que no ha dejado de registrar en sus cuadernos. En Pará, donde el río, la carretera y los grandes terrenos deforestados tienen tantas cosas por decir, pero predomina el silencio, Edna sintió la necesidad de hablar y ser escuchada. ¿Cómo contar las atrocidades de la guerra vividas por otros? ¿Qué lugar ocupa lo innombrable dentro del testimonio documental?

         La vitalidad de este documental radica en la delicadeza y equilibrio con que maneja los testimonios, su carga informativa y la potencia afectiva entre lo dicho y lo callado. Las experiencias traumáticas no penetran la trama como una ráfaga notificatoria sino como un hilo bordeante que define con puntadas firmes, aunque discontinuas, un repertorio de memorias que amenaza con deshacerse. Es un relato deshilvanado, libre y fragmentado, pero ubicuo, como el entramado mismo de la memoria colectiva. Prescindiendo de cualquier tipo de material probatorio y evitando el acento en detalles explícitos, las imágenes se centran en la corporalidad y el universo afectivo y de enunciación de Edna. Esto nos permite adentrarnos y sentir la presencia y la relación de esta mujer con su territorio y consigo misma: entrever su pasado, acompañarla en el presente y soñar su futuro por medio de sus anécdotas, apuntes, versos y anhelos que han venido construyendo su memoria.

         La voz de Edna, tantas veces disociada de su imagen y su ser, se mueve entre conversaciones, susurros, plegarias y lecturas dentro de una cotidianidad lenta, en una atmósfera opresiva y casi monótona. Esto permite a Erik un estudio sobre lo inasible, lo innominable, sobre el silencio y la soledad humana. Para describir ciertas experiencias, las palabras pueden no alcanzar, pueden perder su función y su significado,  sobre todo cuando se trata de violencia y duelo. Como si los significados se enquistaran, se hicieran impenetrables, lejanos y desconectados de cualquier significante. Sin embargo, en estos momentos sofocantes es el lenguaje mismo, y su capacidad expresiva, el que puede abrir grietas que dejan colar atisbos de libertad. Es allí que las palabras cobran sentido y materialidad, saturan las imágenes y se transforman en vehículo de emancipación personal. La voz, en el caso de este documental, permite la restitución del ser y la catarsis, no solo de Edna, sino de quienes lucharon y ya no están. Evoca historias y personajes anónimos que emergen de otros tiempos y se resisten a caer en el olvido, esa inexistencia absoluta:

 

Áurea, Rosinha, Lia, Jaime, Luzia, Duda, Helenira, Paulo, Oswaldão, Fogoió, Chica, Sonia, Cristina, Juca, Maria Lúcia, Valquíria, Tuca, Daniel, Antônio, Maria Dina… Murieron asesinados luchando por libertad, igualdad, y los culpables aún están vivos. Unos fueron asesinados, otros torturados hasta la muerte, otros presos, otros desaparecidos. Les costó la vida, pero fortalecieron el coraje de muchos de nosotros.

  1. Cineasta brasilero que cuenta entre sus obras con Campo de jogo (2014), El Aula Vacía (2015) y Cinema Novo (2016).
  2. Obra dirigida por Gabriela Carneiro da Cunha en el 2015, que participa en este documental con el argumento original y el guion.
  3. Podemos encontrar más detalles en esta entrevista realizada a Erik Rocha en Jornal do Brasil: https://bit.ly/3xpiVYP

 

Edna (Eryk Rocha, Brasil, 2021), 64 min.

En: https://www.taskovskifilms.com/film/edna/

Trailer: https://youtu.be/bR8b_u3-mFY

 

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Andrés Pedraza (Barrancabermeja, Magdalena Medio, 1981). Vinculado como programador desde hace tres años a la Muestra Internacional Documental de Bogotá, MIDBO, de Alados. Cursé cinco años de Medicina en la UIS, pero me escapé y me recibí como Realizador de Cine y Televisión de la UNAL. Soy Magister en Comunicación y Cultura de la UBA y actualmente candidato a Doctor en Comunicación Social de la UNLP. También he sido programador de festivales como el Festival de Cine Zoombie de Santander y el Festival Audiovisual de los Montes de María. Soy homosexual, santero y progresista.