When we were young on a road trip, our restless mind prompted us to repeat: “Are we there yet?”, “When are we going to arrive?” As we grew older we paid more attention to the passing scenery. We observed the trees, the houses, the signs, the other vehicles. We trained ourselves to be calm on a journey. We knew there was a destination.

Apichatpong Weerasethakul 

La potencia de las grandes películas radica en su posibilidad de expandirse en nosotros después de verlas o de que sean obras que se puedan ver una y otra vez y continúen deslumbrándonos al sumergirnos en ellas. An unusal summer es sin duda una obra que encaja perfectamente dentro de esta idea. 

Radical y poética, la película del director y artista palestino Kamal Aljadari es una obra que utiliza solamente un plano fijo para presentarnos la vida de un microcosmos urbano. La imagen es tomada de un archivo encontrado. El padre de Kamal había instalado una cámara de seguridad para averiguar quién estaba rompiendo las ventanas de su auto. Tras la muerte de su padre, Kamal descubre estas grabaciones y decide usarlas para hacer una película.

La intención de filmar por parte del padre de Kamal nace de la necesidad de investigar, de averiguar quién comete un acto de vandalismo, pero esta filmación en las manos del director se convierte en un tesoro en el que el detective, además de encontrar a un culpable, se enfrenta al mapa de un entorno inexplorado en donde es posible realizar una arqueología de lo nimio. La imagen capturada por una cámara de vigilancia se convierte así en un territorio en el cual se puede explorar el día a día de una comunidad. Descubrir todos los pequeños gestos con los que conviven, las actividades que repiten, las rutinas en las que se encuentran inmersos. 

Un hombre corre de noche, un gato blanco camina por un muro, el viento mueve las hojas de un árbol, un niño eleva una cometa. La poesía de lo cotidiano se revela en la imagen. Actividades y personajes, al parecer irrelevantes, se convierten en protagonistas de una película que lentamente nos involucra en la observación cuidadosa del diario vivir. El director encuentra destellos de poesía momentánea donde quiera que ve. La imagen se vuelve una coreografía del existir en donde hay espacio para un joven entregando flores y al mismo tiempo para uno tirando con desprecio una piedra a un auto. Escudriñar con cuidado realidades aparentemente insulsas o paisajes anodinos es una capacidad propia de quienes están dispuestos a observar con detenimiento, de quienes se sumergen en la vida sin dar todo por hecho, abrazando el asombro; de aquellos que sirviéndose de la paciencia disfrutan más la trama que el desenlace. 

Pero el director no se limita a presentarnos la imagen de una cámara de vigilancia para que habitemos en ella. También la usa como sustrato para dibujar un paisaje poético al intervenir y manipular el archivo. Kamal Aljadari crea un baile en donde acelera o detiene la imagen, la repite o la titula, la duplica o la desaparece. Como un entomólogo que maneja con destreza un par de pinzas y un microscopio, cada tanto aísla a los personajes que aparecen en la imagen para etiquetarlos, para observarlos con mayor detenimiento, los congela para que los tengamos presentes, los separa de su entorno para magnificarlos. Sobrepasa la intención punitiva de la imagen (razón por la cual fue creada) y construye una película sutilmente expresiva y táctil con un material de baja calidad que vuelve opaca la imagen.

La transparencia y la claridad no se presentan como un fin, ni mucho menos como un objetivo. Al comienzo de la película el director anota How should I know where I´m going? Establece así la incertidumbre como lema central del recorrido que daremos por la imagen y el tiempo; sin preocuparse por la falta de nitidez del registro visual encontrado. La opacidad del archivo y el ruido de la imagen se vuelven una virtud que estimula la actividad detectivesca. Un documental que coquetea con el videoarte aprovechando la baja definición y el mundo de los pixeles. La luz del sol posándose en las ramas de un árbol se convierte en un destello de belleza electrónica que rehúye del realismo figurativo de la fotografía, para volver sobre la expresión del color y la abstracción digitalizada. 

Aparte del trabajo con la imagen como ente expresivo y sensible, Kamal Aljadari no olvida el poder del lenguaje oral y escrito. Al entorno que nos presenta lo enmarca en los tiempos de la fábula. Después del título de la película aparece una imagen azul propia de los videos de los noventa, acompañada por una melodía árabe sobre la que escuchamos la voz de una niña decir: “Hace mucho, mucho tiempo…”. La frase nos invita a desarticular el tiempo, a entrar en la dinámica de lo poético. Y la voz de la niña se convertirá en una narradora recurrente, que acompaña a los títulos que usa el director para ubicarnos en un espacio que le es íntimo y le trae recuerdos.

Las cámaras de vigilancia, objetos que buscan dejar un registro fidedigno a la hora de encontrar pruebas de un robo o un acto vandálico, ya no son monopolio de bancos y grandes instituciones. Ahora pululan en casas particulares, en pequeñas tiendas de abarrotes, montallantas o cocinas. An unusual summer es una película-invitación, una obra que le susurra al oído al espectador que la vida está en constante efervescencia y ésta no estalla solamente en los grandes hitos de la historia o los grandes logros personales, sino más bien en el constante y perpetuo devenir del tiempo en el espacio, ese que se desenvuelve frente a nuestra ventana o en cualquier grabación casera. Ese mundo que podemos observar cuando viajamos en auto y se expande frente a nuestros ojos, que podemos capturar en nuestro celular, para luego, al verlo, estar dispuestos a habitarlo con la alegría de lo lúdico y la fascinación que puede llegar a tener un niño cuando ve  algo por primera vez.

Kamal Aljafari (Alemania, Palestina, 2020), 80 min.

TRAILER: https://vimeo.com/397390352

Festivales: Visions du Réel, Viennale Film Festival, International Film Festival Rotterdam.  Próximamente en 23MIDBOesLIBERTAD

Juan Pablo Franky es programador de la Muestra Internacional de Cine Documental de Bogotá (MIDBO) y programador asistente del Vancouver Latinamerican Film Festival (VLAFF); dirigió y programó las cinco primeras ediciones de la sede de Buenos Aires del festival suizo Shnit Worldwide Shortfilmfestival; fue jefe de prensa del Festival de cine venezolano de Buenos (FECIVE); ha sido jurado en diferentes festivales de cortometrajes a nivel internacional (FESALP, Al este del Plata, Tandil cortos); trabajó como investigador y docente para el grupo de investigación Filosofía, Sociedad y Educación (GIFSE) de la UPTC para la publicación del libro «Infancia y Guerra. Imágenes, tiempos, movimientos”

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