Dulce nos introduce en la tradición de las mujeres piangüeras de la costa del mar Pacífico colombiano a través de una niña, hija de piangüera, que le teme al agua.
Las piangüeras, comunidad de mujeres proveedoras y cabezas de familia, basan su sustento en la recolección de concha –como le llaman a la piangüa, molusco que se da en agua mixtas-, una tradición que, por generaciones, se enseña de mujer a mujer. Este corto documental nos embarca con ellas para entrar en un mundo aislado dentro de poéticos paisajes de río, mar, manglar y fango, que determinan el vivir de quienes habitan en él.
Dulce le tiene miedo a nadar. Esta característica la hace diferente y vulnerable en un estilo de vida donde el agua es el suelo, la carretera, el sustento y la diversión.
Su madre la persuade: “Si no aprende a nadar no puede conchar, no se puede embarcar, no se puede mover de aquí de la playa, se tiene que quedar aquí”.
Tampoco puede jugar.
Guiada por su madre, Dulce aprende a nadar. Enseguida, como bienvenida a su pre adultez, se embarca con las piangüeras de cuatro generaciones, que la guían en su que hacer.
Como en una meditación, las mujeres caminan sobre las raíces para no hundirse en el barro y maltratar la concha. El sonido de insectos, de la madera al ser pisada por las pesadas botas de caucho, de los pedazos de la corteza de coco quemándose para repeler los mosquitos, acompañan las imágenes de las piangüeras en un lugar sin horizonte, entre el fango y el humo, poblado de magníficas formas abstractas, que dibujan las desnudas raíces del manglar, avivado con toques de colores fuertes que llevan las mujeres en sus vestidos.
Las mujeres introducen sus manos profundamente en el barro, palpando a ciegas las conchas. Al extraerlas, conservan las grandes; las pequeñas las devuelven al maglar para no extinguirlas. Las mujeres celebran la eficiencia y talento de la nueva piangüera; ahora sabe todo lo necesario para sobrevivir y cuidar su habitat.
Los directores Guille Isa y Angello Faccini nos abren la ventana a la cotidianidad de una región, que perteneciendo al mismo país en el que vivimos, desconocemos; a una reflexión sobre el impacto ambiental en la vida de los seres que en ella habitan, y sobre su cultura ancestral.
Cámaras quietas –inteligentemente ubicadas-, acompañantes, presentes en el espacio, nos ofrecen una narrativa sin prejuicios, con respeto y gozo al momento. Imágenes tomadas con luz natural, llenas de la sencillez, dureza y belleza inherente a la realidad registrada.
Es de destacar cómo la fotografía de Faccini exalta delicadamente lo femenino, la sensualidad natural de las niñas y mujeres adultas del Pacífico colombiano, dentro de una puesta en escena cuidada, donde relaciona sus cuerpos –el cabello es importante- con el espacio y los colores de su vestuario.
Definitivamente, dos directores jóvenes con un gran sentido para abordar las historias y un magnífico lenguaje cinematográfico.
Dulce ha sido presentada en varios festivales: Toronto International Film festival, Sundance Film Festival y AFI; premiada por mejor cortometraje documental en Palm Springs International Short Fest., Tampere International Short Film Festival y Toulouse Latin America Film Festival.