Niwi Umukin

Guion, dirección y montaje: Pablo Mora Calderón
País de producción: Colombia
Año: 2022
Productora: Laura Coronado
Duración: 70’

¿De qué hablamos cuando nos referimos a gesto decolonial? ¿Que se oculta tras la opacidad del archivo? ¿De qué forma el desmontaje deja palpable la huella de los colonizadores? ¿A dónde nos regresa la mirada de los exploradores? ¿Qué conlleva el asombro, la curiosidad, incluso el desconocimiento cuando están atravesados por una voluntad de dominación? ¿Qué mirada nos devuelven hoy los pueblos indígenas tras un proceso de despojo?

 

La imagen de la sombra que se desliza bajo la cámara nos invita a partir de una oscuridad que para Pablo Mora ya ha sido materia de exploración en su anterior producción Sey arimaku, la otra oscuridad, presentada como una película de recuerdos. Y  precisamente uno de estos recuerdos ya  insinuaba el punto de partida de esta nueva película: que el conocimiento no está en la imagen, sino quizás más allá o detrás de ella, en aquello que no llegamos a ver.  Con la voluntad de acceder a este intersticio, el ensayo audiovisual de Niwi Umukin, que en idioma iku quiere decir nuestro territorio, nos presenta un archivo desencajado, sin intención de explicar su fuente, quizás para intentar que el archivo revele lo que está entre sus grietas. Esta estrategia la encontramos en el método de trabajo de otros directores que trabajan con archivo como Susana de Sousa Dias en Natureza Morta (2005) o   en películas como Pays Barbare de Yervant Gianikian y Angela Ricci (2013). Son películas que hacen uso de  estrategias de deconstrucción para penetrar la opacidad de las imágenes.

 

El punto de vista de este ensayo audiovisual no pretende guiarnos cómodamente por la ruta de una explicación etnográfica. Los archivos salen de sus cajas institucionales para hacernos múltiples preguntas que seguramente no tendrán una sola respuesta. La película fue posible por el premio a cortometraje documental del FDC, pero el hilo de tiempo de la relación del director con el cine y video indígena es demasiado largo como para ser comprimido. Su experiencia documental, se expande. Niwi Umukin es como la memoria misma, serpenteante, revisita momentos, reinterpreta y recrea momentos históricos, incluye descartes, incorpora detrás de cámaras. Es una especie de caleidoscopio con múltiples puntos donde fijar la mirada.

 

Según datos de Sey Arimaku la otra oscuridad, la primera película del director en la Sierra Nevada de Santa Marta, recordamos que su relación con los archivos y la producción de imágenes de los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta empezó en el 2005, cuando los indígenas buscaron ayuda para la presentación de su primer gran proyecto de largometraje de cine colectivo Resistencia en la línea negra (2011). A partir de ese punto, se ha establecido una relación de más de una década con la producción de directores indígenas como Amado Villafaña o Rafael Mojica, en la que se han reforzado la búsqueda de los pueblos indígenas por una soberanía de la imagen, por el derecho a la auto-representación, a la propia interpretación y a la custodia de sus archivos, muchas veces captados por otros y en los últimos tiempos, como demuestra gran parte del metraje de Niwi Umukin, orgullosamente generados por la realización de los propios pueblos. La tarea descolonizadora se abre ahora a la forma en que ocurrirán la interpretación y los usos de la imagen y el archivo desde la mirada indígena. 

Finalmente no podemos olvidar que la tierra que baja por la montaña, como la avalancha de fragmentos de imagen tiene un sustrato de denuncia, lo dice la película desde su propio planteamiento que nos habla de la misión capuchina, del conflicto armado, de la minería. Y la lista queda consignada en el reflejo de las múltiples películas que son parte de Niwi Umukin: “Matrimonios forzados, veto al idioma IKU, despojo de tierras, usurpación del gobierno, reclusión forzada, castigos y persecuciones”.  Estos gestos encuentran eco en otras películas de la muestra, que remiten a la pregunta decolonial: la mirada expuesta por las fotografías en Quem de direito, la reacción de tomar distancia de una imagen exotizante de Xar, Sueños de Obsidiana, el rostro indígena que se enfrenta cara a cara reclamando su derecho a existir en A mae de todas las lutas, la máscara y el disfraz como archivo que une leyenda y futuro en Aribada

Niwi Umukin, como ensayo audiovisual y obra central invitada a la exhibición de documental expandido en la 24 MIDBO asume un reto ambicioso que es el de exponernos ante las capas de tiempo de la imagen. Por momentos siento que no somos los espectadores los que estamos ante la imagen, sino que quedamos expuestos ante ellas. El tiempo en los gestos descontextualizados del archivo atraviesa la pantalla, nos sumerge en un túnel, nos reubica, nos deja en él, hasta que quizás encontremos algo de valor y entonces, conscientes de la imposibilidad de encontrar una sola historia, nos demos cuenta que lo único que podemos hacer es aceptar la confusión e intentar, desde la inevitable distancia, atrevernos a enfrentar lo que permanece oculto entre los abismos que se abren entre los fragmentos de viejas estructuras.

 

El gesto y el sonido nos sugieren que la imagen es solo una entrada al fondo de las cosas. Quizás el tiempo de Niwi Umukin quiere devolverse para restaurar, pero es la mirada de sus capas de tiempo la que nos devuelve al deseo de un mundo donde quizás otras respuestas sean posibles, sin minas a cielo abierto, sin soldados agresivos y asustados, sin turistas con sus selfies, sin misiones capuchinas. El archivo es el pasado que se piensa como futuro, la vista distrae, pero hay una sabiduría que invita a caminar con el pensamiento. Para ver bien, dicen los mamos, hay que cerrar los ojos.