La Pesadilla de Nanook ha sido desde sus inicios una nave errante que viaja por distintas esferas del cine documental: desde su invención, pasando por los desafíos de filmar en una pandemia, hasta cuestionarse, una y otra vez, cómo reflexionar sobre el cine en un mundo que se tambalea entre la catástrofe y la esperanza.

En esta sexta edición nos sumergimos en aguas más tranquilas, donde la contemplación, la palabra y la escucha se convierten en actos de resistencia. Así nace La poética de lo real: una invitación a habitar el lenguaje documental desde lo íntimo, lo plástico y lo poético.

La sección convergente o transmedia de esta edición no es un añadido tecnológico, sino un espacio de expansión creativa. Un jardín que florece desde nuestras preguntas y deseos de fortalecer la relación con el mundo, con lxs otrxs y con el cine que nos transforma. Son ensayos, imágenes, palabras y gestos que se ramifican para abrir nuevas posibilidades de diálogo entre la poesía y la no ficción.

¿Qué es una imagen poética?
¿Cómo narrar con lo real sin perder lo sensible?
¿Cómo encontrar lo poético en lo cotidiano, en lo urgente, en lo invisible?

En tiempos de ruido constante y urgencias impostergables, la pausa y el encuentro parecen actos subversivos. Por eso invitamos a varios cineastas a explorar la forma epistolar —tan antigua y tan actual— para establecer puentes en la distancia. Surgieron así cartas audiovisuales como la que une a Ana María López (Medellín) con María Luna Rassa (Barcelona) o la de Marta Hincapié (Medellín) con Carmen Viveros (Barranquilla). Pequeños susurros entre continentes que nos recuerdan que otro mundo es posible si nos atrevemos a mirarlo desde la ternura, el cuidado y la correspondencia.

También nos adentramos en una poética distinta: la que nace en las calles. Exploramos la fuerza simbólica del grafiti “las cuchas tenían razón”, pintado una y otra vez en los muros del país. A través del testimonio de Margarita Restrepo —una de esas cuchas e integrante del colectivo Mujeres Caminando por la Verdad— y de una pieza audiovisual colectiva creada por estudiantes de la ENACC bajo la forma de un cadáver exquisito, reflexionamos sobre cómo el arte callejero puede devenir en memoria viva, en resistencia compartida, en voz que no se deja apagar.

Cierra esta travesía la galería Filmar con las manos, una propuesta de lxs compañerxs de ALADOS Laura Cadena y Julio Lamaña, quienes retrataron las manos de lxs documentalistas presentes en el 64º FICCI. Una serie fotográfica que, desde lo etnográfico y lo poético, celebra la diversidad y el detalle, recordándonos que el cine documental se hace con las manos: con esfuerzo, con amor, en colectivo.

Esta edición transmedia es así un lugar para detenernos, mirar y sentir. No busca sorprender desde lo tecnológico, sino conmover desde lo humano. Nos habla de un cine que no sólo se filma, sino que se escribe, se pinta, se toca y se sueña.