Para la feminista colombiana Maín Suaza Vargas, en las palabras con las que termina este artículo, La libertad es mi causa es un documental contundente y necesario. Claudia Bermúdez Vélez, su directora, explica por qué.
Cada cual presencia a lo largo de su vida hitos relevantes: un descubrimiento, un desastre natural, una guerra, un liderazgo, las enseñanzas de un maestro espiritual, el surgimiento de una estrella de rock… A mi mamá le tocó la llegada de las bolsas plásticas, el bogotazo y el voto femenino, y quienes vivimos después de ella vimos la llegada del PC, de Internet, de los teléfonos celulares y de la Inteligencia Artificial: sufrimos una pandemia en la vida real, ¡y nos tocó vivir en la época de la despenalización del aborto en Colombia!
Acontecimientos que debemos registrar en nuestra memoria para que la historia no se pierda y no se repita, sino que avancemos, sabiendo que las causas que abrazamos han sido caminadas antes.
Por eso quisimos contar la historia de Causa Justa, el movimiento que, en 2022, logró lo que parecía imposible: no sólo la despenalización del aborto hasta la semana 24 en Colombia, sino también sacar la conversación sobre el aborto de la polarización en la que siempre había estado. Así que no queríamos hacer un documental sobre el aborto, sino contar la historia del movimiento que logró los dos hitos históricos antes mencionados: sus razones, sus maneras, sus retos y su método de trabajo, replicable en otros escenarios, demostrando que todo se puede lograr pacíficamente con el respeto y la determinación de no estar dispuestas a recurrir a la violencia sino a la argumentación, la creatividad y la pluralidad.
Se hace documental por la necesidad de contar lo que nos conmueve o inspira. También porque se puede ser ojos y voz; porque hay asuntos que merecen ser narrados, con delicadeza, pero a todo pulmón. Es el caso de Causa Justa, un movimiento necesario, conmovedor e inspirador. Por eso acepté cuando Miriam Cotes, guionista y directora conceptual del documental, aceptó el llamado que le hicieron desde La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres y me invitó a que, junto con el Centro de Derechos Reproductivos, Global Doctors for Choice, Católicas por el Derecho a Decidir y Women’s Link Worldwide, las organizaciones que apoyaron inicialmente al movimiento, nos propusieron una tarea en la que nos acompañó Quinto Color.
Como Causa Justa es un movimiento plural, el documental es coral, narrado por voces de distintas edades, formaciones, ideas y geografías. Cada conversación y cada inmersión fueron como un “máster en verraquera y coherencia”. Las cinco pioneras descrestaron a cada una de las jóvenes que conocimos. Conversamos con médicas, artistas, comunicadoras, lideresas indígenas, estudiantes, profesoras, periodistas, religiosas, abogadas, todas mucho más comprometidas que nosotras a su edad. Me conmoví, lloré y reí, maravillada por su fuerza, su inteligencia y su irreverencia, que nos abrieron los ojos ante el absurdo y nos comprometieron a todas en una causa justa.
La película recorre distintos momentos: unos breves antecedentes históricos que nos permiten ver que la lucha ha sido larga desde el nacimiento del movimiento, su organización y su estrategia. La suma de voces y esfuerzos, la dificultad de sacar la conversación sobre el aborto de la dicotomía “aborto sí, aborto no», y la radicación de la demanda ante la Corte Constitucional; la larga espera y las acciones de incidencia y movilización; la Sentencia de la Corte, 523 días más tarde, y el camino de consolidación y despenalización social del aborto que vino después.
Contamos la historia grabando conversaciones íntimas, grupales e individuales, de sofá, que a propósito y por la naturaleza del tema, tuvimos principalmente en las salas de las casas para urdir una trama de voces que hilamos visualmente de distintas maneras: tejimos material de archivo de movilizaciones callejeras, olas verdes de cientos y miles de mujeres y un mar de pañoletas, consignas, pancartas y acciones creativas; contenidos gráficos diseñados por el movimiento y los colectivos feministas; material de prensa nacional e internacional; animaciones que recrearan hitos que no fueron grabados –por ejemplo, parte del proceso inicial de Causa Justa se dio durante la pandemia-, y rodamos en Bogotá, Popayán, Neiva, Bucaramanga, Medellín, Barranquilla y el departamento de La Guajira para mostrar lo que vienen haciendo los colectivos feministas legalmente y que ahora nos esforzamos en afianzar técnica, médica, cultural y políticamente.
Meses más tarde, en el vuelo de camino al estreno del documental en Cali, escuché en un podcast una conversación con Juana Ruiz, una de las líderes tejedoras de Mampuján. Lloré. Juana Alicia contó, con voz firme, cómo desde niña fue abusada, recurrentemente, por su abuelo y por otros hombres, y cómo más adelante la vida la llevó a tener que abortar y cómo guardó un silencio ancestral que sólo rompió muchos años más tarde cuando su niña vino a contarles a ella y a su mamá que estaba siendo abusada y la abuelita no le creyó.
Esa noche, al salir de la proyección de La libertad es mi causa, en el Museo La Tertulia, una amiga me agradeció haberla invitado. Me confesó que le había costado mucho trabajo tomar la decisión de ir a ver el documental pues ella es pro-vida, me dijo, y su marido, que prefirió no ir, también… Es chistosa esa expresión: pro-vida… Como si la gente que defiende los derechos humanos no lo fuera, como si fueran pro-muerte o algo por el estilo. Yo también estoy en favor de la vida y no tiene nada que ver con el hecho de saber que cada persona es libre de decidir cómo vive su propia vida.
Mi amiga me dijo que fue porque yo dirigía el documental. Contra todo pronóstico aprendió mucho. Me dijo que comprendió un asunto crucial sobre el que nunca se había detenido a pensar: ¡antes de la sentencia, las mujeres que abortaban en el país o quienes les ayudaran a abortar, podían ir a la cárcel por ello! ¡Ir a la cárcel por gestionar mi vida y acudir a un servicio médico! ¡Qué absurdo y qué injusticia! Escuchó argumentos.
No se trata de estar o no de acuerdo. El aborto existe y cada persona es libre de decidir si lo hace o no, sin que esto influya en el ejercicio de y en el acceso a sus derechos. Algo que es todavía más injusto que culpar en términos criminales a las mujeres y afectará a las más pobres, que viven en zonas rurales o alejadas de los centros urbanos.
Me siento muy feliz y afortunada de haber tenido la oportunidad de contar esta historia. Es mi grano de arena, mi puntada en la pañoleta verde. Me alegra que mis dos hijas, de 25 y 27 años, y mis sobrinas, de otros tantos, y todas las mujeres del país, podamos decidir sobre nuestros cuerpos y ser cada vez más libres. Es claro que el aborto no es una obligación sino una decisión. Por eso, cuando presentamos el documental en Cali, me tatué, cerca del tobillo, una florecita de guayacán, y una frase de mi amiga Tatiana Zabala: “La libertad es mi salsa”.
Una mirada experta
Le pedí a Maín Suaza Vargas, feminista colombiana de vieja data, que agregara a mi artículo unas palabras:
“Venimos de una historia que ha privilegiado el sufrimiento, la resignación y la obediencia. Una tradición que tiene como imperativo la demonización del placer y la obligatoriedad de la maternidad. En mi generación escuchamos la radionovela El derecho de nacer, vimos su versión en televisión y una película con el mismo nombre y la misma historia. Esa mujer obligada a ser madre, engañada por un hombre de una maldad aceptable que la abandonó, tuvo que ser madre porque no había opción. Allí está expuesto el drama de muchas mujeres pariendo con dolor en el cuerpo y en el alma. No había escapatoria, ser madre era un destino.
Pero como todo cambia, incluso en el país del Sagrado Corazón que es Colombia, muchas mujeres comenzaron a decir ‘ese cuento no es conmigo’ y, en medio de tumbos y retumbos, se fueron juntando, de todas las edades, y se volvieron mujeres justas, se volvieron protagónicas, se volvieron ciudadanas plenas.
Esa es la historia que nos cuentan en La libertad es mi causa, para que conste que aquí están y van a estar, porque el camino es largo, porque hay que incomodar, desacomodar, transformar y la historia lo escribirá, lo registrará y miles de mujeres del mundo seguirán su ejemplo. Ellas lo dicen: el patriarcado se va a caer, se va a caer.
Este trabajo es contundente. Cuenta una historia sabida e innombrada, involucra a las personas de una manera mucho más impactante que las palabras escritas, es un espejo que reafirma aquello con lo que nos identificamos y nos cuenta el camino recorrido por las autoras y abanderadas de las noventa razones por las que el aborto debe ser legal y nos dicen: aquí vamos a conversar, no a invalidar al otro. Sabemos de qué estamos hablando, tenemos la suficiente madurez moral para hacerlo. Hablemos, conversemos, pero basadas en evidencias, para afuera las agresiones. Este triunfo fue posible porque sabíamos lo que queríamos. 16 meses, más exactamente 523 días, duró el proceso que culminó con la sentencia de la Corte Constitucional que legalizó el aborto el 21 de febrero de 2022.
‘Hoy Colombia es un país más justo con las mujeres’, dicen estas mujeres. La ley nos reconoció, la sociedad nos escuchó, le estamos entregando un triunfo al movimiento por los derechos sexuales y reproductivos desde el sur global, desde una Colombia más abierta y reflexiva.
Como maestra durante más de treinta años y como feminista me parece interesante destacar que se haya hecho un documental sobre este movimiento. Mi campo no es el análisis cinematográfico puesto que soy antropóloga y pedagoga, pero quiero recalcar la excelencia de la concepción general , de la dirección, del guión que nos mantiene en ascuas. La fotografía es maravillosa y el recurso de las animaciones me pareció muy pertinente.
Este trabajo se suma al acervo documental del mundo y de nuestro país sobre la historia de las mujeres, del feminismo y de un movimiento que, con muchos factores en contra, logró lo que parecía imposible y nos recuerda que, como afirma categórica Margarita Rosa de Francisco, la Niña Mencha: ‘abortamos por una razón y no por falta de razón.’ ”
ALGUNAS REFERENCIAS:
Algunos documentales y películas inspiradoras que recomendamos ver:
She´s Beautiful when She´s Angry (Mary Dore, 2014). Estados Unidos
Que sea ley (Juan Diego Solanas, 2019). Argentina
The Janes (Tia Lessin, 2022). Estados Unidos
Marea verde (Angel Giovanni Hoyos, 2022). Argentina
Feminists, What Were They Thinking? (Johanna Demetrakas, 2018). Estados Unidos
Les otres (Luisa Orozco & Miriam Cotes, 2021). Colombia
9 to 5: The Story of a Movement (Julia Reichert, 2019). Estados Unidos
RBG (Betsy West & Julie Cohen, 2018). Estados Unidos/Ruth Bader Gingsburg.
Salvador Allende (Patricio Guzmán, 2004). Chile
Simone, la mujer del siglo (Olivier Dahan, 2022). Francia
Las fotos son cortesía de Causa Justa, Victoria Holguín y Hugo Arias.
Verano
-Del cinema al aire libre Vengo, madre, de mirar
Una mar mentida y cierta, Que no es la mar y es la mar. -Al cinema al aire libre, Hijo, nunca has de volver, Que la mar en el cinema
No es la mar y la mar es.
Verano
Rafael Alberti, tomado de su libro Marinero en tierra (1924)