Desde los Hermanos Acevedo y los Di Doménico, el documental colombiano no ha sido otra cosa que un género dependiente. Dependemos de un milagro, de la suerte o de un buen y pasajero viento que difunda nuestros trabajos. El género se nutre no precisamente de los presupuestos boyantes ni de políticas claras de Estado. Su principal alimento ha sido la necesidad de narrar un país fragmentado. Los realizadores-productores buscan entre las pocas oportunidades que en la mayoría de los casos implica invertir recursos propios. Dentro de este grupo de alucinados se destacan muchos por sus esfuerzos, otros por sus ideas, y gran parte por mantener su talento a pesar de las dificultades.
Ricardo Restrepo, 2003, p. 8
Cuando se trabaja con la memoria se tiene el privilegio de viajar por el tiempo.
Juan Carlos Rulfo, 1998
Algo muy potente estaba pasando entre 1998 y 1999 que logró reunir a un ‘alucinado’ grupo de documentalistas en Bogotá entre quienes se encontraban Marta Rodríguez, Diego García, Óscar Campo, Gabriela Samper, Gustavo Fernández, Yezid Campos, Luis Ospina, Pablo Mora; críticos como Diego Rojas, gestores como Ricardo Restrepo, Julián David Correa, Adelfa Martínez, Claudia Triana entre muchas y muchos más. En varios países de América Latina se compartía la necesidad de Pensar el cine de documental, no solo desde su producción, sino desde el derecho a la exhibición pensada desde la región. A finales de los noventa, quienes por ese entonces estudiábamos cine y comunicación fuimos testigos de la creación de un espacio de formación inédito y nos convertimos en su público más fiel. Esta iniciativa que desde el Ministerio de Cultura reconoció la importancia de un público para el documental en el país dio comienzo a un proceso cooperativo del gremio documental que ha permanecido vivo año tras año, renovando equipos, apoyos y entusiasmos y que hoy, como resultado de un esfuerzo compartido entre varias generaciones, está a punto de celebrar 25 años de trayectoria.
Primeras etapas MIDBO, bajo la dirección de Ricardo Restrepo
Tomadas de: antigua galería WEB: muestradoc
“La claridad en los propósitos, la necesidad de un punto de encuentro, pero sobre todo el ímpetu con el que fue realizado dio origen a la osada idea de organizar un evento anual dedicado al género”. Las precisas palabras de Silvia Amaya, por entonces Directora de Cinematografía del Ministerio de Cultura, se refieren a la creación de la Primera Muestra internacional de cine y video documental, hoy llamada MIDBO, que trajo a Bogotá a Frederick Wiseman, Patricio Guzmán, Anne Baudry, Juan Carlos Rulfo, entre otras figuras del documental.
En estos 25 años la MIDBO se ha ganado un lugar en nuestra memoria, formando parte de la historia de los festivales y de la exhibición de cine contemporáneo en Colombia. Ha sido, aún en épocas de crisis de la exhibición en salas, un espacio de reunión en torno a las películas y las discusiones que despierta el cine de lo real. Desde el comienzo abrió alrededor del documental tanto un espacio de pensamiento como de llamada a la acción. Quizás pocos recuerden los detalles de sus primeras versiones, pero cuando se revisan los catálogos se ve la manifiesta intención de crear contactos con productoras, montajistas, canales especializados y espacios de distribución global de Francia, Estados Unidos, Canadá. La MIDBO nació en el seno de una tendencia de profesionalización del campo de la exhibición y la circulación del documental, un género que hasta el momento se relacionaba casi exclusivamente con espacios televisivos. Es importante ver en paralelo cómo otros espacios importantes para el cine en el país y el continente cumplen una trayectoria similar: Ibermedia, Proimágenes y el festival Equinoxio cumplen también 25 años configurando el inicio de un ecosistema audiovisual que surge en paralelo y quizás como resistencia a la inminente privatización de la televisión. Eurocine nace previamente en 1994 y el Ciclo Rosa celebra 22 años. Previo a la circulación de contenidos audiovisuales online los festivales en ese entonces tenían menos acceso a contenidos, pero en contraposición eran menos fragmentados. La MIDBO se sumó a los dos festivales más antiguos, en el momento casi consagrados a la ficción: Cartagena con 69 años y Bogocine con 40. Su desarrollo se sostuvo en las bases de una curaduría rigurosa y unos referentes compartidos por el entorno del documental.
A nivel de formación, a finales de los años noventa la generación que produce documental en Colombia tiene dos puntos neurálgicos: la Universidad del Valle, desde la Escuela de Comunicación Social de la que hicieron parte Jesús Martín Barbero y Luis Ospina. Fue la cuna de Rostros y Rastros, serie documental creada en 1998, que marcó la producción documental de la región. Es un momento importante para la televisión pública con la creación de La Franja y la serie Diálogos de Nación, un espacio que, como bien lo ha subrayado Óscar Campo, al cerrar su espacio dejó un vacío para el documental político en la televisión pública. El segundo centro es la Universidad Nacional de Colombia con su Escuela de Cine y Televisión, deudora de la tradición de cine etnográfico y activista de Marta Rodríguez y de la Facultad de artes con la producción en Video Arte de José Alejandro Restrepo o Gilles Charalambos. La generación que creo la MIDBO se movía entre su cinefilia, una educación sofisticada que combinaba producción propia y referentes internacionales y la necesidad de producir en video. A partir de la muestra los estudiantes de estas escuelas pudieron acercarse a obras de los retornados documentalistas en la diáspora, muchos de ellos formados en Francia y que en esta década fueron muy influyentes en la creación colombiana: Diego García, Gustavo Fernández, Marta Rodríguez, Óscar Campo, Luis Ospina, entre otrxs, forman parte de este grupo inicial que fundó la Corporación colombiana de documentalistas ALADOS y que inicia una etapa de documental contemporáneo en Colombia.
Organizada desde su primera versión en 1999 por ALADOS, la MIDBO es hoy en día una construcción colectiva que forma parte de la historia del cine en Colombia. Aún así, sigue siendo frágil, puesto que el documental depende de muchos factores y hoy debe remar en las aguas abiertas de un mar inabarcable de contenidos, plataformas y públicos fragmentados. En este cuarto de siglo en el que los cambios en el contexto de producción y exhibición audiovisual han sido vertiginosos, la MIDBO ha pasado por cuatro equipos que, como miembros de la asociación, hemos tomado relevos en la dirección de la muestra. Su fuerza, como he querido creer en los periodos en que he estado cercana a sus diferentes secciones como público o como organizadora desde Alados, está en el espíritu asociativo y gremial que la fundamenta. Por supuesto juegan un rol vital el ímpetu de cada uno de los equipos que la ha liderado y sostenido con una, a veces inexplicable, convicción y pasión por el cine de lo real. Nuestro propósito es mantener vivo un espacio efímero que cada año se enciende para congregarnos alrededor de los destellos del cine de lo real. Desde nuestros lugares personales y profesionales somos muchas personas las que contribuimos a la vida de un espacio que hace preguntas importantes a la representación de lo real, algo no menor en un país donde la realidad siempre ha llegado más allá de lo que podemos imaginar. La MIDBO, además de ser el festival más relevante de cine de lo real en el país, ha sido para muchas de nosotras un laboratorio de creación, investigación y socialización al que le debemos mucho como espacio de formación.
Si bien la Muestra Internacional Documental nace como un proyecto nacional no es ajena al contexto de creación de los primeros festivales documentales en América Latina. Tiene sentido situarla junto a otras muestras pioneras de cine documental que emergieron en el continente a finales de los años noventa como E tudo verdade en Sao Paulo (1996) y FIDOCS en Santiago de Chile (1998). Creadas hace más de dos décadas, estos festivales son fruto de las necesidades de abrir espacios de producción, exhibición y circulación propios para la producción documental latinoamericana; negociar en mejores condiciones con las exigencias de medios públicos y privados y de la voluntad de coordinar redes de apoyo para hacerlo posible. ALADOS, que muy en sus inicios abrió diálogos de circulación y de experiencia compartida con diferentes realizadores y países de Latinoamérica, finalmente encuentra su posibilidad de continuidad más factible desde lo nacional y empieza su crecimiento de la mano de la Muestra Internacional Documental, uno de sus proyectos emblemáticos. De ser un pequeño grupo de cineastas del documental en Colombia hoy atrae alrededor de 130 asociados y sigue creciendo con nuevos proyectos, líneas de formación y espacios de memorias. Más de una veintena de catálogos, un número especial junto a la Revista Cero en Conducta, cuatro libros de memorias coeditados con universidades y su proyecto más reciente de publicación digital, La Pesadilla de Nanook, revista que acoge esta celebración de los 25 años de la MIDBO, dan cuenta de estos procesos de publicación donde está impresa la huella de su aporte.
Compendio de publicaciones MIDBO (Memorias y catálogos) Maria Luna
Su producción editorial reflejada en catálogos que, además de las películas, desde el inicio incluían las memorias de sus diálogos, fueron en las primeras ediciones catálogos bilingües. Esto daba cuenta de su voluntad de trascender lo nacional para hacer parte de un espacio de circulación global de contenidos. Después de los primeros 10 años empezaron los proyectos de producción editorial de más largo alcance en forma de libros. Solo memorias: 1998-2008 y 1998-2012, El documental expandido en Iberoamérica y Territorio y memoria sin fronteras: nuevas estrategias para pensar lo real forman parte de la generación de conocimiento ligada a la MIDBO.
Por la muestra han pasado varios equipos directivos, desde Ricardo Restrepo, quien fue su director durante 15 incansables años. Este periodo mantuvo diversos apoyos que hoy la siguen haciendo posible: Proimágenes, Ministerio de Cultura (por ese entonces en sus vertientes de Cinematografía y Comunicaciones) y el entonces Instituto Distrital de Cultura y Turismo, hoy IDARTES, que ha sido uno de los principales pilares de la muestra junto a la Cinemateca de Bogotá. En estos años se sentaron las bases y el modelo de exhibición documental con un público ligado a la Cinemateca Distrital, sala de cine anexa al teatro Jorge Eliecer Gaitán en la Carrera Séptima con 21. Con ella también creció un modelo de festival de cine muy cercano a las universidades. Es decir, la muestra siempre se situó más allá de la exhibición y no es arriesgado decir que con sus espacios de proyección, debate y publicaciones ha contribuido a la formación audiovisual de varias generaciones, mostrándonos un cine desconocido y encendiendo una pasión extraña y casi inextingible por el documental y el cine de lo real en incontables cineastas, docentes e investigadores de Colombia.
A partir del año 2014 formamos parte de esta ruta tres equipos más: el primero dirigido por Pablo Mora Calderón, antropólogo y documentalista quien aportó desde la 16 MIDBO una mirada crítica e inclusiva en relación con las nuevas etnografías. En su dirección nació la sección de Documental Expandido, un acercamiento entre el documental y las artes visuales. Junto a Gustavo Fernández, quien participó de la mesa directiva de la muestra en el 2017,** en esta etapa fortalecieron el espacio académico con el seminario Pensar lo Real que tendió puentes para el diálogo entre cineastas, creadores e investigadores. Posteriormente la muestra pasó a un comité directivo en el que permanecieron entre 2018 y 2020 Germán Ayala, Ana Salas y Paola Figueroa Cancino. Este equipo joven, que dio nuevas perspectivas a la muestra y amplió su alcance a los espacios de formación-creación y grupos de trabajo del Encuentro Pensar lo Real, celebró la 20 MIDBO junto a los Alados y organizó una muestra muy recordada sobre Documental Especulativo que mantuvo la continuidad del festival durante los duros meses de la pandemia incluyendo la primera exhibición online: Sueños distantes.
El último equipo de la muestra que dirijo entre 2021 y 2023, junto a Julio Lamaña y Ligia González, con el acompañamiento de Leonardo Suárez, es un periodo en el que hemos participado muchas personas *. Nuestro propósito se ha enfocado en fortalecer su pertenencia a Alados y aumentar su representación y reconocimiento internacional. Nos esforzamos por mantener su calidad, convocando las mejores películas e invitados, buscando la conexión de Expandido con el público joven, teniendo muy presente ser un espacio inclusivo e innovador. Con el equipo de programación mantenemos un método de selección riguroso conservando el balance de comunicar las maravillas del cine de lo real a públicos más amplios y nuevos que la dinamicen y la cuestionen desde sus necesidades y experiencias vitales. Nos gusta situar el documental al límite de sus mundos posibles, junto a la poesía, la puesta en escena, las alucinaciones, los fantasmas. Somos conscientes, como bien lo decía Frederick Wiseman en su discurso hace 25 años, que quizás el cine documental no tiene el poder para cambiar el mundo, pero aún así nos gusta entenderlo como una herramienta para procesar el trauma y para iluminar lugares a veces oscuros dentro de lo que parece familiar. La muestra es un espacio de encuentro y de circulación de emociones, un espacio de libertad para opiniones diversas, donde el diálogo, el debate y la contradicción son bienvenidas. Proponemos que sea un espacio para jugar con el término documental y asumir esa recreación de lo real que muchas películas hoy nos proponen.
Equipo 24 MIDBO, 2022. Foto: Andrés Pedraza
Más allá del trabajo en equipo la muestra alberga memorias personales, cada uno de nosotras y nosotros tiene seguramente su propia historia que contar alrededor de la MIDBO; una película o una charla que recordar, como público, como visitante, como colaborador, como aliado o como organizador. El festival, como celebración del cine, es un espacio vivo donde se crea y se comparte una pasión por el cine de lo real, un término que hoy parecemos preferir al de documental, quizás porque lo hemos cargado de responsabilidades y limitaciones. Pero eso es un debate abierto. Así que este festival internacional de cine de lo real, que en honor a su historia conserva hasta ahora el nombre de muestra, es un espacio clave y pionero de apropiación colectiva e intergeneracional.
Quiero cerrar este texto hacia el futuro, en conexión con las posibilidades de circulación que abren los festivales de cine. Hoy en los mercados más concurridos del mundo como el Marché du Film de Cannes, en eventos puntuales dedicados al género como el que se abrió este año en La Berlinale y en el campo emergente de las investigaciones y proyectos sobre festivales de cine se discute la importancia actual de los festivales y muestras como primeras ventanas para la distribución, donde exponemos por primera vez muchas veces a público y a prensa nuestro trabajo. Es allí donde los proyectos crecen, se relacionan y es posible llevarlos a una distribución más amplia.
Si nos coordinamos como ecosistema creativo crecemos todos, nuestros festivales, que han trabajado durante muchos años para construir una historia de la que ya hacemos parte, nuestros canales de circulación que gozan de ese primer impulso, las películas que encuentran su mejor momento y lugar para la exhibición y, finalmente, por supuesto, el público general y especializado, que entiende la relevancia de una película a través de sus rutas de exhibición, o el que conecta desde el impacto de sus temáticas. El cine desde su creación a su exhibición es un proceso de larga duración compartido entre muchos actores, persona e instituciones. Esperamos que con la participación colectiva este espacio llamado MIDBO pueda ya no solo resistir, o persistir si no re-existir y re-crearse. Nuestra nueva osadía desde Alados se encamina hacia la apropiación y el reconocimiento de un patrimonio tan inmaterial como real que sin olvidar sus fundamentos y, por supuesto, nutriéndose de las memorias que hoy recogemos, comprende las expectativas de los nuevos públicos y creadores que le dan sentido.
Las palabras de Ricardo Restrepo con las que abría este texto hoy podrían referirse al campo de la exhibición de cine. Los festivales que exhibimos películas quizás mal llamadas ‘independientes’, que en su mayoría son aquellas que dependen de subvenciones del estado, son a su vez dependientes de una estructura de exhibición que hoy, es cierto, se democratiza, pero también se dispersa más que nunca. Algunas muestras como la MIDBO son conocidas, admiradas, queridas y han logrado mantenerse en el tiempo, pero, como desde el principio de su historia, siguen siendo una gran osadía que se nutre de nuestras propias memorias, voluntades y, por supuesto, nostalgias. Los festivales cuentan con sus aliados institucionales, pero cuando carecen de una asignación estable de recursos sobreviven en un contexto de fragmentaciones y cambios rápidos. Lo que ha mantenido su continuidad en el tiempo es la gran pasión del grupo creciente de ALADOS, que en cada periodo llegamos con el ímpetu de inventar proyectos financiables para sostener la importancia de este espacio cultural. La MIDBO es una escuela que ha hecho una historia intergeneracional. Muchos alucinados hemos soñado con otros 25 años de cine documental, pero esa es una historia por contar que depende de las nuevas generaciones.
* A este periodo de la muestra han contribuido Mónika Barrios, Vanessa Vivas, Susana González, Sandra Tabares, Catalina Cardozo, Ann Santos, Bibata Uribe, Pablo Álvarez, Enrica Colusso, Juan Camilo Álvarez y se ha mantenido el equipo de programación compuesto por Juan Pablo Franky, Andrés Pedraza, Pedro Adrián Zuluaga y Juliana Arana. En Pensar lo Real el trabajo de Juana Schlenker y Carlos Cordero ha sido clave. Muchas de las personas que hacen posible la MIDBO somos colaboradores de la muestra desde el 2016.
Referencias
Primera Muestra Internacional de Cine y Video Documental. Memorias. Junio 10-15 de 1999.
5ª Muestra Internacional Documental. (Noviembre 4 – 8 de 2003). Proimágenes Colombia, Ministerio de Cultura de Colombia, Instituto Distrital de Cultura y Turismo.
Luna, Maria; Mora, Pablo y Samper, Daniela. Editores. (2021). Territorio y memoria sin fronteras. Nuevas estrategias para pensar lo real. ALADOS, Pontificia Universidad Javeriana, Uniminuto.
Mora, Pablo; Fernández, Gustavo et al. Editores. (2015). Fronteras expandidas. El documental en Iberoamérica. Cuadernos de Alados para Pensar lo Real. ALADOS, Pontificia Universidad Javeriana.
Restrepo, Ricardo. Comp. (2009). Solo memorias. 1998- 2008. ALADOS
Restrepo, Ricardo. Comp. (2013). Solo memorias. Muestra Internacional Documental de Bogotá. 1998-2012. ALADOS, Uniminuto.
** En este periodo se creó una mesa directiva a la que pertenecieron Pablo Mora, Gustavo Fernández, Juan Carlos Isaza, Ana Salas, Germán Ayala. Maria Luna en esta etapa realizó junto a Catalina Villar y Gustavo Fernández la retrospectiva MIDBO 20 años (2018) y fue parte de la coordinación de Pensar lo Real (2015-2019). En esta etapa nuevos integrantes de MIDBO contribuyeron a su renovación de imagen, métodos y estructura como: Juan Pablo Franky, Andrés Pedraza, Carolina Sourdis, Claudia Salamanca, Andrés Jurado, Juliana Arana, David Ospina, Susana González (…) entre muchxs más.