Cuando las sociedades convulsionan, el Estado falla, los medios de comunicación caen en la trampa del poder y la ilegalidad seduce a las autoridades, la población se desangra, pero grita, marcha y gesta movimientos capaces de oponerse, de nombrar lo que se calla, de mezclar lenguajes –o inventarlos si es necesario– para evidenciar los abusos, desmantelar la impunidad y hacerle contrapeso a la desinformación.

En México, una de esas voces es la del Colectivo Los Ingrávidos, un grupo de creadores audiovisuales que, al igual que muchos artistas, se vieron confrontados por la violencia de su país y decidieron utilizar herramientas del cine experimental, el periodismo, el espectáculo y la ciencia, y darles una dimensión política. Ese camino, iniciado en 2011, estuvo alentado también por el monopolio televisivo de Televisa y TV Azteca, y por la estandarización que existía en la industria cinematográfica.

“Desde el comienzo nos interesó la dimensión poética de las protestas y de las luchas sociales porque su discurso político es muy claro y no tenemos que resaltarlo nosotros (…) Pensamos en los componentes de la imagen, en la materialidad del audiovisual, del cine, para relacionarlo de diferentes maneras, desarticular la estética y poner en tensión lo documental y lo experimental”, cuenta Davani Varillas, miembro del colectivo.

Serie: El cuarteto del sol

https://vimeo.com/203563626

Fotograma The Sun Quartet (Los Ingrávidos, 2017).

 

The Sun Quartet es una composición solar en cuatro movimientos. Una piedra solar donde la juventud florece en protesta (Parte 1: Piedra del Sol), un río que desborda las calles (Parte 2: Río San Juan), la llanura ardiente que se levanta en la ciudad (Parte 3: Conflagración), y el clamor de la gente que sacudió a México después de la noche del 26 de septiembre de 2014 (Parte 4: Noviembre 2 / Lejos de Ayotzinapa), cuando desaparecieron 43 estudiantes en Iguala, Guerrero.

Vivir en un contexto que empuja hacia los límites

El 1 de diciembre de 2006, después de una elección presuntamente manipulada, Felipe Calderón pronunciaba su primer discurso como presidente de México. En él anunciaba el inicio de una guerra contra el narcotráfico, que incluía el despliegue de soldados, marinos y policías federales con el objetivo de recuperar los territorios que se encontraban en manos de los siete grandes cárteles que operan en el país.

Pero los números, al final de su gestión, dejaron ver que el Gobierno perdía la guerra: 104.000 homicidios, 68 masacres, más de 14.000 desaparecidos y, según cifras del Centro de Investigación y Docencia Económicas (Cide), 200 bandos en disputa.

Una de las respuestas de los mexicanos fue La Caravana por la Paz, convocada por el poeta y novelista Javier Sicilia tras el asesinato de su hijo, cuyo cuerpo, y el de otras seis personas, fue encontrado al interior de un automóvil en Temixco (Morelos), atado de pies y manos, y con huellas de tortura y asfixia.

Este se convertiría en el primer movimiento que buscaba visibilizar la guerra, pronunciarse de manera fuerte, directa y pública en contra de ella y permitirle a los ciudadanos, en la plaza pública, denunciar los hechos, limpiar la reputación de sus muertos, buscar a sus desaparecidos y exigir justicia.

La fuerza de este movimiento, sumado al paupérrimo papel de los medios de comunicación para narrar la realidad (la prensa solo cubrió el 45% de los hechos ocurridos durante la guerra contra el narcotráfico), fueron el impulso para que Los Ingrávidos decidieran conformarse como grupo y compartir otras maneras de contar el conflicto. Sus primeras plataformas de difusión fueron Vimeo y Twitter.

“Estábamos filmando y grabando las protestas, las manifestaciones, con la intención poética pero además con la intención de contrainformación, porque desde que se desata la guerra hay una política gubernamental que decía ‘si algo te pasa, es porque estabas en algo’. Era una doble victimización porque la gente no denunciaba por miedo o por vergüenza. Y los medios de comunicación no hablaban de lo que estaba pasando, no decían que había pueblos que estaban abandonados, que habían sido desalojados, que estaban cooptados por el narcotráfico, por los cárteles o incluso la misma policía; por lazos que había entre el gobierno y los cárteles, y grupos también paramilitares de los que se empezó a llenar el país. Todo eso no salía a la luz o salía mal intencionado”, narra Davani.

“Nos llaman flojos por haber parado la escuela, la ciudad y la patria.

Flojos los ojos que no ven la desesperación del pueblo”.

Fotograma Zonas de Rebelión / Dignidad en lucha (Los Ingrávidos, 2013).

Zonas de Rebelión / Dignidad en lucha

https://vimeo.com/75620027

Cruzar la forma y la expresión para desafiar la estética generalizada

La materia prima de Los Ingrávidos es el material que graban o filman en diferentes manifestaciones, pero también los archivos audiovisuales, los discursos políticos, las películas y hasta videos impensables como los publicados en el Blog del Narco, un polémico sitio web conocido en 2010, en el que los cárteles subían los registros de las ejecuciones y las palabras que pronunciaban sus víctimas antes de morir.

“Si tú escuchabas eso era como una radiografía de lo que estaba pasando en México porque ellos contaban cómo llegaban a los pueblos, cómo los tomaban, a quién le pagaban, qué general participaba, incluso con nombres y todo (…) Nosotros nos preguntamos cómo darle dignidad al sonido y que no quede imantado por la imagen porque la imagen es completamente violenta, hasta pornográfica. Te quedas como en el morbo de la imagen y ya no escuchas”, explica Davani.

Fotograma Abecedario/B (Los Ingrávidos, 2014)

En Abecedario cada letra representa una problemática de México: balacera, feminicidio, desaparición forzada, muertos.

Abecedario B

https://vimeo.com/93738078

Abecedario es una de las series construidas por este colectivo audiovisual en la que aplicaron diferentes técnicas de creación, juegos ópticos y dispositivos provenientes del cine experimental, y le dieron forma, en el montaje, al material visual y sonoro disponible. En ese punto del proceso deciden qué más filmar, cuál debería ser el sonido, con qué otras obras establecer diálogos, si incluir subtítulos o narraciones –a veces en varios idiomas–, y cómo hacer la siguiente pieza para darle continuidad al concepto.

Concebir la producción de manera serializada les ha permitido saber con mayor certeza hacia dónde apuntan los contenidos y publicar de manera constante, dado que cada realizador cuenta con un punto de llegada para sus intenciones y exploraciones. A hoy cuentan con casi 400 piezas en su canal de Vimeo.

De las plataformas digitales a las instalaciones

Videoinstalación ¿Has visto? en la Cinemateca de Bogotá en el marco de Midbo 2019.

Las instalaciones son otra manera de experimentar con los contenidos audiovisuales, de ponerlos a dialogar y de cambiar la posición del público frente a ellos a través de las posibilidades que ofrece lo plástico y lo performativo, como la intervención de los proyectores y los recorridos por el espacio.

En la Muestra Internacional Documental de Bogotá (Midbo 2019) Los Ingrávidos presentaron ¿Has visto?, una apuesta por establecer diálogos entre las marchas y las búsquedas poéticas relacionadas con los feminicidios, específicamente desde el punto de vista de las madres, las hijas y las desaparecidas.

En las cuatro obras que conforman esta serie (¿Has visto?, Coyolxauhqui, Sangre seca e Impresiones para una máquina de luz y sonido) recurren a la voz femenina que reclama ser escuchada, a la poesía, a un archivo de imágenes de mujeres marchando y de familias en busca de sus desaparecidas, a imágenes filmadas con película caduca que, por su deterioro, refleja también el panorama político mexicano, y al feminicidio mitológico de la diosa azteca Coyolxauhqui (la luna) desmembrada por su hermano Huitzilopochtli (el sol).

    Fotograma Coyolxauhqui (Los Ingrávidos, 2017)

En Coyolxauhqui, Los Ingrávidos combinan varias miradas frente a este paraje de Tehuacán (Puebla): la voraz, la que busca y la del testimonio.

Coyolxauhqui 

https://vimeo.com/173879106

Acerca de esta pieza cuenta Davani que es “la historia de un feminicidio mítico que actualizamos con feminicidios en donde ya no eran las potencias míticas sino las potencias económicas y políticas, porque es el efecto de las políticas neoliberales en México lo que hace que sucedan los feminicidios, entre otras cosas, porque son lugares en donde hay maquilas, lugares donde las mujeres salen muy tarde hacia su casa, entonces son secuestradas como en Ciudad Juárez o en Tehuacán, donde está este paraje que encontramos con las ropas, que era como un cementerio de ropas, de zapatos”.

El trabajo de Los Ingrávidos, con lo inmediato como insumo, lo político como objetivo y trasfondo, y lo experimental como medio expresivo, desafía también las categorías establecidas por los eventos que giran en torno al audiovisual. En palabras de Davani: “En los medios más experimentales como muestras o festivales, se les hace inesperado que tenga un contenido siempre político, esto a veces choca. En cambio cuando vamos a lugares más de activismo, choca que sea tan “abstracto” –ellos lo llaman así–, o dicen que no entienden. Lo interesante es que se problematiza el uso de los formatos, de los dispositivos, de cómo pensar una imagen, de cómo leer la imagen”.

Pero más allá de las clasificaciones formales hay algo muy poderoso que Los Ingrávidos logran poner en las pantallas: las voces –casi siempre recortadas en los medios– y los sentires de los que reclaman, de los que preguntan, de los que marchan. Feminicidios, corrupción, asesinatos… no solo hablan de México, hablan de América Latina y de que es necesario reinventar las narrativas para intentar que las palabras queden, que las imágenes no se borren, que la memoria no falle, que la prensa y quienes ostentan el poder se enteren de que los ciudadanos, los artistas, los creadores, estamos vigilantes.