Victoria E. García M. – BARCELONA, 2025

            A fines de enero de este año, caminando en Bogotá hacia la Escuela Nacional de Cine para iniciar el curso de Introducción al Documental, me puse los audífonos y sintonicé un noticiero.

            Mientras los titulares del mundo se referían al ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos, a sus amenazas a los inmigrantes y a los aranceles impuestos a sus socios comerciales en el mundo o hablaban de la guerra en Ucrania durante el invierno o  sobre el genocidio de Israel contra la población de Gaza, en Colombia, aparte de la situación sangrienta en el Catatumbo, los medios se enfocaban en los acontecimientos relacionados con un grafiti pintado en un muro de Medellín, que fue borrado por orden de la alcaldía. Sin embargo, artistas y defensores de derechos humanos decidieron volver a pintarlo, no solo en Medellín sino en Bogotá, Cali, Barranquilla, Nueva york y otras ciudades.

            “Las cuchas tenían razón”, decía el grafiti en letras enormes. Hacía referencia a la lucha de las mujeres buscadoras, las cuchas, que denunciaban desde hacía dos décadas la presencia de cuerpos de familiares desaparecidos en ese terreno de la zona rural de la Comuna 13, tras los atropellos de la Operación Orión, una acción militar realizada en 2002 por orden del ex-presidente Alvaro Uribe. Recientemente, la JEP había ordenado iniciar las excavaciones y advertir sobre el hallazgo de restos humanos.

            Al llegar a clase le propuse al grupo de chicos y chicas un ejercicio: cada cual debía realizar un video de un par de minutos, a manera de ensayo en primera persona, sobre alguno de estos acontecimientos, que evidenciara cómo los acontecimientos globales o locales determinaban sus vidas.

            -Filmen lo que quieran y apóyense en lo que encuentren. Las redes sociales están repletas de imágenes. Utilícenlas como banco de información. Interactúen con ellas, con sus voces y con sus visiones.

            Al finalizar el taller el tema que más trabajaron fue el de las cuchas. Entonces les propuse que reuniéramos sus trabajos en un video, por capítulos, una especie de variación del juego conocido como «cadáver exquisito», pues cada alumno agregó un matiz a la lectura de ese acontecimiento, para no llamarlo noticia, y le dio un tono poético que se potenciaba en el conjunto.

            Cuando en el consejo editorial de La pesadilla de Nanook consideramos que el grafiti de «las cuchas tenían razón» era un acto social que ponía en evidencia cómo el arte -en este caso el arte callejero-, nos llevaba a una de las acciones más relevantes de la poética de lo real a nivel colectivo en nuestro país, nos pareció que podríamos establecer un diálogo en nuestras páginas entre los protagonistas del acontecimiento y la lectura colectiva realizada por un grupo de estudiantes de cine en Bogotá. Contactamos entonces a Margarita Restrepo, una de las cuchas, integrante del colectivo «Mujeres caminando por la verdad», para que nos contara su historia y el proceso por el que se creó el colectivo y sus acciones, desde la Operacion Orión hasta hoy, considerando el efecto que tuvo el grafiti en el país.

            A continuación presentamos la entrevista a Margarita Restrepo, su enlace y el video de los alumnos de la Enacc.

La mayoría de los jóvenes realizadores norteamericanos, en la universidad y después, se ven a sí mismos de la misma forma en la que se ven los poetas y los pintores –y los poetas han abandonado desde hace tiempo el sueño de Whitman de la gran audiencia americana–. A menudo hablan de esto como si fuera algo virtuoso el hecho de pensar en los términos de un arte minoritario. El cine americano prácticamente ha llegado al lugar que tuvo el teatro americano más o menos hace una década, cuando, excepto por algo tan raro como un gran éxito, se redujo a un medio para algunos.

 

Pauline Kael, “The Poetry of Images”, The New Yorker, Enero 23, 1971.