Febrero de 2022: Rusia invade Ucrania y comienza el desastre de la guerra. Los documentalistas no son ajenos al caos. Photophobia nos descubre en la pantalla la oscuridad en la que viven los refugiados agazapados en el metro. La muerte respira en cada imagen de esta película, conjurada por la esperanza en la vida.
La mañana del 24 de febrero de 2022 los misiles rusos rasgaron el cielo ucraniano y sus calles fueron asediadas por tiroteos. No era la primera vez que Rusia invadía a su hermana eslava. En el 2014, tras las protestas en el Maidán (plaza de la independencia de Kiev) en contra del presidente ucraniano prorruso Viktor Yanukovich, su huida a Rusia y su posterior destitución, Vladimir Putin –en el poder desde hace 24 años- ordenó invadir la península de Crimea y algunos sitios fronterizos.
La historia de esta guerra es un laberinto complejo de anhelos imperiales, ambiciones soviéticas y la demanda de Ucrania por su independencia. Con el tiempo, la tensión entre Rusia y Ucrania parece sólo incrementarse. Cada lado de la historia justifica su lucha o resistencia con acciones que multiplican los círculos de violencia. La polarización es un callejón sin salida, pues la posesión territorial, las defensas ideológicas y la negación del diálogo son el combustible que alimenta las catástrofes bélicas.
En semejante escenario, la defensa de la vida en sí misma queda en segundo plano.
Ivan Ostrochovský y Pavol Pekarčík estrenaron en el 2023 su segundo largometraje: Photophobia, una película que reconstruye historias cotidianas provenientes del subterráneo ucraniano -el metro de Járkov, refugio de una multitud que huyó de los bombardeos-.
Durante tres semanas, Ivan y Pavol convivieron y ayudaron en lo que podían en los túneles bajo tierra. Allí establecieron una relación más cercana con la familia de Nikita, un niño de 9 años. Surgieron entonces varias preguntas: ¿cómo se habita y atraviesa la infancia en medio de la guerra y bajo tierra? ¿Qué de todo esto recordarán las niñas y niños? ¿Cómo se dibuja un futuro bajo estas circunstancias?
Photophobia combina diversos elementos del cine de lo real (la observación y reconstrucción de acciones cotidianas) para mostrar, por un lado, la dureza, heridas y cicatrices que trae consigo la guerra, y, por otro, las historias de la infancia, la ternura y la continuidad de la vida en medio del dolor y la tragedia.
Photophobia
El universo bajo tierra.
La estación de metro de Járkov.
Los rieles del tren, el túnel,
los vagones, una nueva casa portable.
Hacinamiento.
Nikita aparece en un plano medio,
su cabello liso y oscuro, sus ojos cerrados,
sus manos cubriendo sus oídos.
Afuera un sonido sutil y constante atraviesa el paisaje,
algo empuja el aire rápidamente,
amenaza con caer y tal vez estalla.
Los niños y niñas comprenden desde el lugar de la infancia.
Conciben el peligro,
la muerte acechante,
las restricciones.
Aún así,
su comprensión no acalla el deseo de juego,
el impulso corporal,
el anhelo del viento en el rostro.
Nikita y Vika inventan historias en movimiento en un tren detenido.
Juegan a la radio,
se preguntan por qué los periodistas siempre están interesados en el primer día de la guerra,
nunca en el segundo,
nunca en el quinto.
Cubren la guerra con otros sonidos:
Un gorrito con orejas de conejo que se mueven al ritmo de un xilófono
o las canciones románticas o tristes de un viejo vaquero con guitarra.
Mini visores de diapositivas son el umbral que los conecta con el afuera,
a través de ellos acceden más allá,
crean un portal de comunicación,
a la memoria,
a la realidad o al presente que escapa a la posibilidad de ser visto.
El ojo mira a través del visor,
aparece una imagen en Súper 8:
un letrero en la puerta de un antejardín:
“Personas y niños viven aquí”.
Un mensaje que espera alcanzar el cielo.
De nuevo dentro del metro.
Dormir, despertar,
no saber qué hora es,
bañarse a medias, cocinar,
renunciar a la intimidad,
hacer tareas virtuales
(con profesores virtuales y amigos virtuales),
escribir un diario,
tomar vitamina D.
Moverse,
en todo caso moverse,
correr por los túneles,
imaginar que el tren arranca y llega a otra estación,
moverse en la imaginación.
El ojo mira a través del visor,
otra imagen en Súper 8:
una mujer intenta apagar una cama en llamas en plena vía pública.
La vida va y viene entre las diapositivas del afuera
y el presente en el subterráneo.
El metro de nuevo.
Aprender con el viejo vaquero sobre las posibilidades e imposibilidades del amor,
escribir en el diario sobre el desgarramiento emocional de los adultos.
Dormir y volver a despertar en el mismo sueño,
o en la misma pesadilla,
con el cuerpo frío como el túnel
y 20 grados afuera según el forecast.
Acercarse a la escalera de la entrada del metro,
observar cómo entra un haz de luz flotante,
tocarlo apenas,
notar cómo poco a poco se ensancha,
aprender sobre la paciencia.
Entrar allí,
finalmente,
con los ojos cerrados,
cegados debido a tanta oscuridad dentro
y con las ansias infinitas de que afuera, finalmente, amanezca.
Photophobia (2023) / International Trailer