A lo largo de tres horas y media, Ben Russell y Guillaume Cailleau nos sumergen en una experiencia cinematográfica que registra el día a día de una comunidad de militantes en Francia. Con el fin de comprender cómo se abre camino un movimiento alternativo, considerado radical en el contexto actual de las crisis política y ambiental francesa, estos dos artistas y cineastas nos proponen una obra sin concesiones.

Filmada principalmente en 16mm, donde se utilizaron 80 bobinas (aproximadamente 12 horas), esta obra fue elaborada en estrecha colaboración con sus protagonistas: colectivos locales, agricultores, grupos okupas y militantes anarquistas y ecologistas que, constituidos en una ZAD (zone à défendre: zona a defender), son una expresión política de contestación al orden establecido.

Aunque el proceso que culminó en esta victoria colectiva en 2012-2013 fue ampliamente cubierto por los medios — la que logró frenar la construcción de un aeropuerto en las afueras de Nantes evitando un impacto ecológico devastador para la región —, poco se ha abordado en su dimensión de proyecto social. Es como si, tras el despliegue espectacular de los enfrentamientos, no quedara espacio para una visión más compleja y matizada de esta lucha. En este sentido, el cine de Ben Russell y Guillaume Cailleau viene a proponer un interesante contrapunto captando las sutilezas y la textura diaria de la resistencia. Una apuesta para dejar atrás la superficie de lo grandilocuente y explorar las capas más profundas que conforman la lucha colectiva en sus gestos más sencillos y cotidianos.

Durante dos años los cineastas rodaron en la conocida ZAD de Notre-Dame-des-Landes, privilegiando la captación de secuencias de trabajo que se entrelazan con momentos de vida comunitaria y vida familiar. La duración prolongada de cada plano, sujeto técnicamente a la duración de cada bobina (de aproximadamente 10 minutos), plantea una inmersión que permite, no sólo conectar con el discurso de la lucha, sino con el tiempo y la cadencia de su elaboración.

Con una población que oscila entre 150 y 400 personas según la estación, esta ZAD se considera un epicentro clave para la discusión, planificación y evaluación de estrategias frente a megaproyectos que amenazan otros territorios. Esta faceta organizativa, que les ha valido la peligrosa etiqueta de «eco-terroristas», es el contexto en el que Ben Russell y Guillaume Cailleau se inmiscuyen para explorar, resignificar y redefinir la narrativa de una lucha ciudadana.

La cámara, como un testigo minucioso, sigue de cerca la dinámica de las labores diarias mientras introduce elementos poéticos propios de la dimensión más real de la vida en resistencia. En un equilibrio sutil donde la tensión aumenta gradualmente, la obra alterna secuencias de diversos oficios agrícolas, como la siembra tradicional o el cuidado de los animales, con planos que constituyen un extenso entramado simbólico que resuena de principio a fin.

Los cineastas, llevando al extremo su gesto artístico, presentan igualmente los preparativos llevados a cabo para defender el ecosistema híbrido de la región de Sainte-Soline frente al ambicioso proyecto de mega represas destinado a servir a los agroindustriales del sur de Poitiers (a más de 200 km de la ZAD). Un desfile hipnótico de tractores, alineados como un ejército en formación, presagia un enfrentamiento inminente, que culmina en uno de los momentos más impactantes de la película. Solo dos planos son necesarios para captar el desproporcionado despliegue de violencia policial ante una multitud en un campo de batalla desolado.

Si el título de la obra alude a las tácticas empleadas por grupos anarquistas en su práctica de valores como la autonomía y la autogestión, también cuestiona el rol del documental en su dimensión más estructural. En el contexto actual, marcado por la omnipresencia de las narrativas mediáticas, surge la pregunta de qué imágenes realmente permiten la comprensión de los hechos. ¿Cuáles son las que faltan y cuáles se revelan como imprescindibles? En otras palabras, ¿qué historia se está construyendo y para quién?

  Direct Action (Guillaume Cailleau & Ben Rusell 2024 / 212 min / Alemania, Francia).

Guillaume Cailleau es un artista, cineasta y productor radicado en Berlín que explora nuevas formas de abordar los problemas políticos y sociales. Sus películas han sido proyectadas en importantes festivales de cine (Berlín, Nueva York, Róterdam, Edimburgo). En 2014 ganó el Oso de Plata del jurado en el Festival Internacional de Cine de Berlín por su cortometraje Laborat. Produce películas con su compañía CASKFILMS. Direct Action es su primer largometraje.

Ben Russell es un artista, cineasta y curador estadounidense radicado en Marsella, cuyo trabajo se sitúa en la intersección de la etnografía y la no-ficción. Su obra ha sido presentada en el Centro Georges Pompidou, el Museum of Modern Art, la Tate Modern, el Museum of Modern Art Chicago, la Mostra de Venecia y la Berlinale, entre otros. Es ganador de una beca Guggenheim (2008) y del Premio de la crítica internacional FIPRESCI (IFFR 2010, Gijón 2017). Direct Action es su quinto largometraje.

Fuentes :