En el documental, el relato es el hilo que permite organizar las preguntas que le hacemos al mundo. La realidad no existe –o, más bien, una realidad esconde otra–. 
Catalina Villar      

 …ejercer la memoria es entrar en los terrenos de la ficción. (…) sentir el silencio y el espacio 
en que se escarba la memoria, todo esto en su conjunto son los ingredientes
perfectos para provocar que el espectador vuelva la atención sobre
 sí mismo y sus raíces. Por eso, la defensa de esos momentos devuelve a
 cada uno el amor a su vida y a su mundo particular.

 Juan Carlos Rulfo 

 

Corría el segundo semestre de 1997. La oficina de Emilio Oscar Alcalde, asesor del Director de Comunicaciones, Jorge Enrique Botero, en el recién nacido Ministerio de Cultura, quedaba al fondo del patio de la casa colonial de la calle 11 en la Candelaria. Recuerdo el ambiente de entusiasmo que reinaba por aquel entonces: revoloteaban las ilusiones y había afán por comenzar los proyectos. Aquello tenía el ritmo del primer año de gobierno, no el del sol a cuestas. Algunas veces nos detuvimos a pensar en que tal vez los tiempos no iban a alcanzar para dejar en marcha los sueños, pero teníamos la férrea confianza en que un ministro de Cultura como Ramiro Osorio no podría ser remplazado y que se respetaría la pertinencia de su perfil. La borrasca del mundo allá afuera era una secuencia de masacres, asesinatos, surgimiento de las AUC, veto a un embajador paramilitar, escándalos, acuerdos politiqueros. Nuestra misión era movilizar la producción artística y cultural, era nuestra vocación y en lo que confiábamos.    

 Clarisa Ruiz, Emilo Alcalde y Adelfa Martínez, agosto de 2023 

Emilio Alcalde es un melómano y realizador cubano de cine y televisión, egresado del Instituto de Cinematografía de Moscú (VGIK), residente por aquella época en Colombia. Emilio invitó a Adelfa Martínez, productora audiovisual y gestora cultural, quien ya entonces era reconocida por su carácter creativo y su eficacia, y me invitó a mí, que venía de nueve años en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, en búsqueda de nuevas fronteras en la cultura, para coordinar las investigaciones y la línea conceptual de la serie. La propuesta que hizo Emilio a Jorge Enrique consistía en la realización y difusión de una serie audiovisual de cine documental que se denominó Polifonías, relatos sobre identidad y diversidad cultural (1). La serie tenía como objetivos: 1) movilizar recursos para transformar la cultura que subestima al documental como un género menor y al que, por lo tanto, se asignan bajos presupuestos de producción; 2) convocar, tanto a destacados documentalistas como a  jóvenes, para impulsar sus carreras, y tanto a colombianos como a invitados extranjeros; 3) abordar temáticas que dieran cuenta del movimiento pendular entre identidad y diversidad y temáticas que proyectaran la integración cultural de América Latina y 4) crear un espacio de continua evaluación, intercambio y relaciones con realizadores de otros países, que estimulara la calidad técnica, la investigación y la creación. Un comité asesor de la serie fue el encargado de convocar mediante invitación a los realizadores, lo que no dejó de causar polémica.      

La etapa inicial del proyecto fue financiada con recursos del Ministerio de Cultura y se contaba con una partida de la Comisión Nacional de Televisión para la producción de la franja en 1998. Del trabajo de gestión para la articulación interna con el entonces ICAN y las Direcciones de Cinematografía, Etnografía y Fomento, así como con la cadena de educación francesa y otros organismos de cooperación internacional, surgieron diversas consideraciones. Entre ellas retengo las reflexiones sobre la complejidad de abordar el trabajo con comunidades afrodescendientes e indígenas y los vacíos en la legislación del audiovisual en Colombia con relación a los derechos de autor y el estatus de estas comunidades como coproductoras. Es interesante recordar la crítica que los investigadores del ICAN hacían a la nueva Ley de Cultura por considerar que los principios con los que abordaba a las poblaciones étnicas eran “mecanicistas, paternalistas, desprendidos de la realidad y, en resumen, abstractos”. Finalmente, el gobierno cambió y el ambicioso proyecto de producción de la serie de documentales sucumbió. Las largas reuniones y jornadas de trabajo, las discusiones y concertaciones, quedaron en el aire. Sin embargo, algo se mantuvo… una luciérnaga.

Gustavo Fernández, el Patricio Guzmán y Emilio Alcalde, Bogotá 1999

 

Como uno de los catalizadores de Polifonías, se planteó desde el inicio la realización de El Seminario Internacional «Pensar el Documental» (2), con la asesoría de las Universidades Nacional y del Valle y de Yezid Campos. Espacio de análisis, panorama de la evolución internacional del género, lugar de relaciones entre profesionales y promotor de los significados del documental, el seminario logró convocar un público de estudiantes, periodistas, técnicos, productores, docentes, investigadores, historiadores y antropólogos de diferentes regiones del país. Durante cuatro días, en septiembre de 1998, en el auditorio Germán Arciniegas de la Biblioteca Nacional, se dieron cita catorce figuras emblemáticas del documental contemporáneo del país y del mundo, entre los cuales estaban Frederick Wiseman, Patricio Guzmán, Iván Sanjinés, Anne Baudry y Juan Carlos Rulfo. Se exhibieron veinte películas y se editaron las ponencias. Frente al positivo balance, siguieron la celebración de un Laboratorio Varán (realizado en 2000) (3), otros intercambios con Francia y USA, y la cita para que en 1999 se celebrara la primera edición de la Muestra Internacional Documental de Bogotá cuyos 25 años estamos celebrando.

En la casa de la Candelaria, Adelfa sufría de frio siberiano, mientras Emilio siempre tenía calor y la ventana de par en par. Los documentalistas desarrollaron su trabajo y lo siguen haciendo, con ellos, nuevas generaciones, orfebres de nuevas fronteras. Emilio siguió ligado a una colombiana, fue al Brasil a promover grandes empresas de la globalización audiovisual y ahora, desde Miami con su productora Point of View continúa desarrollando proyectos documentales. Adelfa, por su parte, alargó sus noches coordinando la Muestra, organizándolo todo gracias a las enseñanzas que le legó Catalina Villar(4) durante el seminario. Ella, firme y comprometida, permanecería dos décadas al pie del fogón desde la Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura, para ahora seguir, desde su Mar Franco Productions, haciendo lo que nunca ha dejado de hacer tan bien. Los tres seguimos amigos y soñadores de un mundo en el que, entre la borrasca, se cuela la poesía del cine documental, para invitarnos a imaginar nuevas formas posibles. Conversando para este texto los tres recordamos con el mayor afecto a Ricardo Restrepo, Rire. Compañero apasionado, siempre abriendo caminos: él sigue iluminando, pues como bien lo saben ustedes lectores de esta revista, amigos de MIDBO, “hay razones para el pesimismo, pero por eso es tanto más necesario abrir los ojos en medio de la noche, desplazarse sin descanso, ponerse a buscar luciérnagas.” (5) Y doy gracias a Diego Garcia, compañero de testimonios que me llenan vida, por invitarme a recordar esta memoria.   

Patricio Guzmán, Frederick Weiseman y Emilio ALcalde, Bogotá 1999

1. Alcalde, Emilio Oscar, octubre de 1998. Polifonías, relatos sobre identidad y diversidad cultural.  Informe de Gestión 1997-1998. Ministerio de Cultura de Colombia. (volver)

2. Pensar el Documental, https://es.scribd.com/document/610275594/PENSAR-EL-DOCUMENTAL (volver) 

3.  https://www.ateliersvaran.com/fr/dans-le-monde-atelier/ateliers-en-colombie (volver)

4. Realizadora colombiana, vive en Francia desde 1984. Es parte del equipo de los Talleres Varan y es profesora de La Fémis. (Paris). Jurado internacional en varios festivales de documental. Sus documentales expanden las fronteras de los géneros. (volver)

5. DIDI-HUBERMAN, Georges. Supervivencia de las luciérnagas, Madrid: Abada, 2012, traducción de Juan Calatrava Escobar. (volver)