«Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, 
¿hace algún sonido?”

Archivo MIDBO – Foto Julio Lamaña

Esta adivinanza filosófica, que se atribuye a George Berkeley, genera interrogantes respecto a la observación y el conocimiento de la realidad. ¿Existe el cine, las películas y los festivales sin el público que visite las salas, vea las películas y asista a los festivales? Voy a ser como el gato de Schrödinger y voy a decir: NO. No existen películas ni festivales sin el observador que participa viendo una película. 

Siguiendo esta idea de la importancia del observador, pensemos también: “¿Qué es el cine?”. Dice Wikipedia: “El cine es la técnica y el arte de crear y proyectar metrajes.” Si esto fuera así, el cine serían las películas, la industria que las crea y las salas de cine donde se proyectan películas. Pero, de nuevo, ¿y el público? ¿Quién observa las películas? El hermoso documental Cómo me da la gana 2 (2016) del chileno Ignacio Agüero, muestra a mi documentalista de cabecera preguntando a realizadores/as chilenos/as: “¿Qué es el cine?”. Descubrimos que el cine se entiende como la manifestación de un proceso creativo y sus autores se enfrascan en sesudas explicaciones que por momentos resultan hilarantes. En algún momento del documental de Agüero se ven imágenes de Cien niños esperando un tren (1988), también de Agüero, en el que unos niños hacen cine pero también van a cine. El momento de estar en la sala durante la proyección de una película es el punto álgido de los dos documentales ya que el director chileno responde a su propia pregunta, “¿Qué es el cine?”, con la siguiente respuesta: “El cine es el público en la sala viendo una película”. Sin la conexión entre el observador y la obra cinematográfica creada por otras personas no existe el cine. De nuevo me remito al gato de Schrödinger: el cine es también un fenómeno cuántico.

Partiendo de esta premise, me encuentro coordinando con María Luna Rassa y Ligia González las relaciones de la MIDBO con el público tanto en la edición de la 24 MIDBO como en su vigésimoquinto aniversario. Mi experiencia es de cineclubista. Me siento parte del “público organizado”, como si fuera un sentimiento casi de clase, Gramsciano. No entiendo las películas de otra manera. Para mí –lo digo de nuevo para polemizar- ni las películas ni los festivales tienen gran importancia. Su gran valor emerge en cuanto un festival encuentra a los públicos para que las películas dialoguen con ellos.

Por esa idea de relación horizontal entre las obras cinematográficas y los públicos es que no estoy nada de acuerdo con el concepto “formación de públicos”, en todas partes vigente, especialmente desde las administraciones, y que hemos adoptado todes de forma muy pasiva. “Formar” significa ejercer una acción vertical y jerárquica para con los públicos, pretender que hay unos que saben más que otros. Eso, desde una estrategia para los públicos, es un gran error, no fomenta lazos de comunidad ni hace aflorar sentimientos de pertenencia a un colectivo. Dialoguemos.

Me gusta hacer notar que la palabra “público” define tanto al grupo de personas que asiste a un espectáculo como a aquello que nos habla de un objetivo, de un interés común, que tiene que ver con una política desde lo político y lo cultural. “Público. adj.: Notorio, patente, manifiesto, visto o sabido por todos. Se dice de la potestad, jurisdicción y autoridad para hacer algo, como contrapuesto a privado. Perteneciente o relativo a todo el pueblo. Conjunto de las personas que participan de unas mismas aficiones o con preferencia concurren a determinado lugar.” 

Si consideramos lo “público” algo de interés en cuanto que nos habla de comunidad, colectivo, pueblo o intereses comunes, y que está contrapuesto al interés privado o personal, podemos extrapolar que trabajar para los públicos es también considerar que las actividades que se organizan para ellos tienen un “interés público” en cuanto adquieren la fuerza de una expresión desde lo colectivo hacia lo colectivo. 

Imaginamos y deseamos que exista el colectivo MIDBO: estudiantes y profesores, jóvenes y adolescentes, adultos mayores, de todos los estratos, colectivos poblacionales de todo tipo, a ellos nos dirigimos. Desde al año pasado construimos juntos en la MIDBO una “Estrategia para los públicos” para lograr que la experiencia de los públicos en la MIDBO sea memorable, un momento para recordar. 

El público está, pero hay que ir a buscarlo. Ese trabajo, arduo y difícil, es el que no podemos obviar. El público merece ser percibido. 

Si nadie me ve: ¿existo o no existo? La máxima de G Berkeley es «ser es ser percibido».

Archivo MIDBO – Foto David Ospina